La herencia del Señor

El otro día me comentaban como ha evolucionado el sentido de la herencia que dejas a los hijos. Hasta hace unos años, la mejor manera de asegurar su supervivencia era dejarles en herencia todo lo que tuvieras, dinero, casas, negocio familiar. Así podrían tener más fácil encontrar un medio para vivir. Y si no querías dividir el patrimonio, se lo dejabas al mayor, metías a los demás hijos en el ejército o en la iglesia, y te asegurabas de casar a las hijas con un buen partido.

Hoy en día, si quieres asegurar la supervivencia de hijos e hijas, es mejor invertir el capital en su formación, universidad, idiomas en el extranjero, etc. Tenemos más claro la importancia del ser frente al tener y nos preocupamos de que su educación les coloque en un buen punto de partida para que puedan elegir como desarrollar su vida por si mismos.

Pero la herencia que más importa es la espiritual y eso es algo tan intangible que necesitamos buscar ejemplos que nos orienten.
¿Qué hizo el Señor cuando vio que había amado a los suyos hasta el extremo y llegaba la hora de la despedida? ¿Cómo dejarles una herencia que les asegurara vivir en el Reino de Dios? ¿Cómo seguir ofreciéndoles un camino para llegar al Padre, si él mismo era el camino y se acercaba su muerte?
Se quedó con nosotros en la Eucaristía. Nos ofreció la posibilidad de encontrarnos con Él todos los días y seguir su camino en su presencia. El encuentro con Jesús es el camino y es la mejor herencia que nos pudo dejar.

¿Cómo podemos dejar a nuestros hijos algo mejor que el ejemplo de seguir a Jesús? ¿Qué mejor herencia que la perseverancia en la oración y la Eucaristía? Si quieres dejar a tus hijos le mejor de ti, ponte a a hacer oración en manos del Señor, búscale en la Eucaristía y tu vida se transformará dejando un ejemplo a tus hijos que les ilumine en la vida.

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